viernes, 7 de octubre de 2011

FRANCISCO DE GOYA

Francisco de Goya y Lucientes nació en Fuendetodos (Zaragoza), villa natal de su madre, el 30 de Marzo de 1746. Fue el tercero de cuatro hermanos.
La economía de Fuendetodos se basaba en una agricultura de secano y en una ganadería ovina, pero también ayudaba una singular fuente de ingresos, el hielo. Al este del pueblo había unos pozos de hasta cinco metros de profundidad en los que se depositaba nieve. Estos se cubrían de paja y cerraban por la superficie con una bóveda. En verano, aquella nieve era hielo, que cubierto de paja era transportado hasta Zaragoza para su venta. Pero también muchos habitantes próximos se acercaban a buscarlo, entre ellos los clérigos de la Cartuja de Aula Dei. Allí nació la amistad entre Francisco y los cartujos.
Los Goya se trasladaron a Zaragoza por lo que Francisco pasaría allí su infancia y su juventud. Esto fue debido a que su padre instaló en la ciudad su taller de dorador, allí Goya aprendió el oficio. Acudió a las Escuelas Pías, donde conoció a Martín Zapater, al que le uniría una amistad para siempre.
A los trece años, en 1759 y hasta 1762, Francisco de Goya asiste a clases de pintura que imparte José Luzán y poco después entra a trabajar en su taller. En verano, durante la vendimia, va a Fuendetodos, y bajo la dirección de su propio padre realiza su primera obra, pinta el armario de las reliquias que posee la iglesia y se complementa con la decoración del muro al que va adosado el armario.
Por dos veces, a los diecisiete y a los veinte años, concursa, sin éxito, para obtener una pensión en la Academia de Bellas Artes de San Fernando; este doble fracaso le impulsa a viajar a Italia, donde aprende la técnica del fresco, que le servirá, a su regreso a España, para conseguir su primer encargo oficial en la Basílica del Pilar de Zaragoza.
Dos años después de su regreso a España, concretamente a Madrid, se casa con Josefa Bayeu, hermana de Francisco Bayeu, pintor de la Cámara del Rey Carlos III. Este hecho favorecerá su ingreso como pintor de cartones en la Real Fábrica de Tapices. Trabajó allí desde los veintinueve a los cuarenta y cinco años, realizando sesenta y tres cartones para los palacios de El Escorial y El Prado.
A la muerte de Carlos III en 1788, su sucesor Carlos IV y la reina María Luisa le nombran pintor de Cámara, cargo que no abandonó hasta su exilio en Burdeos; comienza así a realizar los retratos oficiales de los Reyes. Su fácil acceso a las colecciones reales le permite copiar y grabar varios cuadros de Velázquez, asimilando así algunos de los secretos de su técnica.
A partir de ahora, Goya es ya un pintor consagrado: es elegido Académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Sus grandes protectores, los duques de Osuna, y, más tarde, los de Alba le introducen en la vida social haciéndole importantes encargos. Posarán para él los más destacados personajes; los retratos que hará a partir de entonces le convertirán en el cronista oficial de la aristocracia y los intelectuales de la época.
En 1792, durante un viaje a Andalucía, contrae una grave enfermedad que le dejó completamente sordo. Esta circunstancia, unida a las graves consecuencias que la Revolución Francesa tuvo en la Corte y para sus amigos ilustrados (destierros, encarcelamientos...), le sumirán en una profunda crisis que influirá en su carácter y en su pintura.
Durante la Guerra de la Independencia 1808-1814, Goya acentuó su pesimismo y mantuvo una actitud conservadora en su actividad pública, como se puede ver a través de sus históricos lienzos: El Dos de Mayo y Los fusilamientos del Tres de Mayo; y de sus grabados Los Desastres de la Guerra.
A los setenta y tres años, sordo, enfermo y desengañado, compra la "Quinta del Sordo" a las afueras de Madrid; allí se refugia con Leocadia Weiss, fiel compañera de su vejez, y ejecutará su obra más personal e inconfundible: Las Pinturas Negras. Viviría allí hasta 1823, fecha en que regala la finca a su nieto Mariano
En 1824 partía Goya hacia Francia, concretamente hacia Burdeos, en busca de tranquilidad y del cariño de todos aquellos amigos que allí se encontraban. Vivió cuatro años más, con nuevas ilusiones que le permitieron seguir intentando nuevas formas y técnicas en su pintura hasta su muerte en 1828.

No hay comentarios:

Publicar un comentario